La Nación – Comercio Exterior
Qué esconde la exportación de un proyecto integral de arquitectura. La historia de Brukman y Chechik
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La Nación – Comercio Exterior

Crear desde la nada para Estados Unidos

Sin los precios que ofrecían por el diseño de equipamientos -producidos íntegramente en la Argentina y que, en dólares, para un desarrollador de Miami, Nueva York o Chicago eran más que accesibles- no hubiera sido posible.

Sin el servicio personalizado, el conocimiento de la mente negociadora norteamericana, los viajes permanentes, el cumplimiento espartano de los tiempos de entrega y el costado terapéutico que un arquitecto debe mostrar ante un cliente que está haciendo su casa, tampoco hubiera sido posible.

Y sin la creatividad, el mundo de las ideas bajado a un plano o un render, y la fuerza argumentativa que le permita al cliente convencerse de que detrás de las palabras, los finos trazos negros en impecables blancos o de los dibujos tridimensionales realmente se va a lograr lo prometido, tampoco hubiera sido posible.

El tridente que Sergio Brukman y Patricia Chechik utilizan para exportar un intangible de altísimo valor como es lo arquitectónico está formado por: costo, servicio y calidad. Ninguno de estos activos por sí solo tendría el valor suficiente para conquistar un cliente en Estados Unidos.

Brukman y Chechik coincidieron en los 80 en las cátedras de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (formación que agradecen con creces). Y se casaron. Y abrieron su estudio. Y viajaron y vivieron juntos en Estados Unidos. Y trabajaron junto con Charles Gwathmey (un arquitecto cuyo cincel se posó en el Museo Guggenheim de Nueva York). Y ya nada fue lo mismo.

Pero trabajar -o competir- con 44 arquitectos que se fagocitaban por el favor del Iluminado implicaba demasiados sacrificios para el joven matrimonio. La familia fue más fuerte. Y el destino final fue Buenos Aires.

Comenzó la carrera de los contactos, los inversores, los primeros edificios y un sentimiento de vacío: el dibujo, la idea no podía ser completa. “No encontrábamos lo que buscábamos”, recuerda Patricia. Ahí el perfil del Rotring y sus líneas arquitectónicas se desdobló y dio lugar al de los volúmenes del diseño, a la ambientación de la arquitectura. “Empezamos a fabricar todo.” ¿Todo? “Absolutamente todo.” Es decir, todo lo que se haga de “interior” de una estructura y que precise diseño: silla, sillón, mampara, mesa, cocina, mueble, escalera, en cristal, en acero, con obras de arte, objeto 1, objeto 2, objeto 3…

Y llegó Casa FOA 1999, y la oportunidad de presentar en sociedad los sueños de la razón creadora.

Primera exportación

Pero llegó 2001 y el 90% de los trabajos se paró. Estados Unidos volvió a la mente del matrimonio. Primero Patricia pasó 20 días en Miami con carpetas y algunos objetos. Y el primer trabajo, la primera exportación propiamente dicha: el showroom de una unidad modelo de un edificio por construirse en Miami.

Cuenta Sergio que algo distingue al norteamericano: “Aprecian el diseño. Y valoran mucho al que presenta soluciones y las desarrolla. Y rápidamente te empiezan a recomendar”.

De los departamentos de Miami a los lobbies y penthouses en Chicago y Nueva York en apenas cinco años. Con Patricia diseñando y Sergio con los números, y decenas de talleres con la excelente mano de obra argentina (“comparable a la italiana, alemana y escandinava”) Brukman & Chechik comenzaron y ahora van por la estandarización de sus diseños de equipamiento. Dicen que eso los va a ayudar a exportar a otros destinos. Y a dejar de crear de la nada para pasar a recrear y evolucionar.