28 Jul Diario La nación – Suplemento Countries
Sofisticados espacios creados para la casa
Pocos lugares del hogar son tan mimados por los hombres como los rincones reservados a uno de los placeres más cultivados en los últimos tiempos: degustar el buen vino. Estos espacios que por lo general se asocian con la idea de sótanos oscuros y frescos y hasta casi lúgubres (alejados de la luz natural y de los cambios bruscos de temperatura), que sólo se utilizaban para la guarda de estos néctares, con el paso del tiempo ganaron un lugar especial en las casas, con diseños funcionales, modernos y sofisticados ajustados a una estética apropiada para estos espacios.
Hasta tal punto que muchas propiedades encuentran en las cavas los mejores lugares destinados al relax personal y la recepción de amigos. “Dentro de los espacios domésticos, la cava y quizá también la parrilla son lugares eminentemente masculinos, una especie de altar del dueño de casa, que impone sus criterios para el ritual de recibir visitas”, explicó Patricia Chechik, del estudio Brukman & Chechik, arquitecta especializada en este tipo de diseño de lugares.
Según Horacio Bustos, un antropólogo vitivinícola, para hacer una cava hay que partir de varias premisas como “la luz (natural suele oxidar al vino), ventilación (para evitar olor a humedad y moho), humedad (entre el 60 y 70%) y temperatura (entre 12 y 15°). El lugar ideal es un sótano, pero si no se cuenta con él lo ideal es crear un espacio con condiciones propicias. También es importante la posición de la guarda de las botellas; deben colocarse en forma horizontal”, afirmó Bustos.
Básicamente la cava tiene dos áreas funcionales, la de guarda y la de degustación. “Por ejemplo en una casa en un country en San Fernando dispusimos la cava a la manera tradicional, en un subsuelo, con un cuidado tratamiento de la iluminación artificial y de la materialidad. Trabajamos con elementos nobles en planos de piedra, otro de madera y mamparas de cristal y acero inoxidable, que son un sello de nuestro estudio. La luz tiene efectos múltiples: por ejemplo, es rasante y vertical, escondida detrás de gargantas en el cielo raso para destacar las texturas. Las paredes tienen un plano de madera de anigré frisé, que emerge con el mismo material una gran barra que incluye un plano de vidrio transiluminado para apreciar el color de los vinos. En el plano de la pared se han dispuesto también varillas circulares de esa misma madera para apoyar botellas con un recurso escultórico e ingenioso. Estantes de acero inoxidable permiten generar un copero o apoyar otros objetos y adornos. Las banquetas son livianas -de cuero blanco y acero-. La cava es de cristal a la vista, con un color tonalizado y en el interior sobresale el recurso innovador de las líneas de LED blancas generando un entramado por detrás de las botellas, para destacar sus siluetas”.
En el caso de una cava en un departamento en Palermo Chico -agrega Chechik-, el desafío era integrarla con la recepción. La idea fue generar un recinto para la guarda de vinos, que se expresa como un vano cuadrado vidriado con exhibición hacia el living y el sistema de refrigeración oculto. El gran vano de vidrio permite visualizar las botellas, que armoniza con las paredes de fresno teñido en color hueso. La cava se completa con una barra de acero inoxidable, con tapa de 20 mm de cristal tonalizado, así como unas rajas en las paredes para copas. La iluminación interior de la cava de guarda está diseñada con líneas de LED blancas, con un juego lumínico de efectos cuya fuente no emite calor que generaría mayor temperatura”.
Una cava, sin mueble, de 2 metros de altura x 80 cm de ancho, con guarda de vinos tintos en la parte superior y blancos en la parte inferior ronda los $ 46.500 + IVA; mientras que en el caso de las que están dentro de un mueble, dependiendo de las medidas, pueden estar entre 65.000 y 80.000 pesos.